viernes, 7 de noviembre de 2008

HONORARIOS

SU PREGUNTA NO MOLESTA……..PERO VALE

Desde la creencia popular nuestra remuneración profesional se vio siempre asociada a cuantiosas sumas de dinero (en su mayoría producto de la fantasía colectiva),tras la finalización de un pleito circunscribiendo las mismas al ámbito exclusivo de un tribunal.

Ahora bien, un cliente llama a nuestro estudio y solicita un horario para ser atendido, lo fijamos y esperamos a que el mismo acuda, a la hora estipulada lo hacemos pasar y nos convertimos en sacerdotes, psicólogos, técnicos, grandes escuchas que irán desentrañando cual es la raíz de conflicto, con suerte si el cliente es claro o tiene algún conocimiento jurídico al expresarnos sus problemas podremos ir perfilando una estrategia a seguir, de lo contrario estaremos tratando de entender que es lo que realmente sucede y a donde queremos llegar. Finalizada la misma puede suceder que el mismo en un acto de educación, nos pregunte, “DR. … ¿cuánto le debo por su tiempo, o cuantos son sus honorarios?”, ahí podemos relajarnos respirar y decir tantos pesos, depositando en el otro algo que hace a nuestra propia valoración, pero si no lo hace nos quedaremos con la rigidez en la cara y nada en nuestros bolsillos.

El porqué de este pequeño relato haciendo una composición de lugar se debe a que muchas veces necesitamos mirarnos desde afuera para entender que estamos funcionando mal que en nuestro proceder el primero que no se esta respetando soy yo como profesional, mi herramienta de trabajo la componen mis oídos, mis conocimientos, mi espacio las cuales brindo como servicio, y como tal es mi derecho percibir un honorario por ello, no olvidemos que el tiempo que lleva la consulta tiene un costo operativo, esto es además de lo antes expuesto averiguaciones, llamadas como así también en proporción los gastos que el mantener un estudio nos imprime.

Es curioso que siendo los guardianes del derecho no podamos hacer cumplir la ley que nos ampara, reconociendo el mismo en otras profesiones u oficios, el tiempo vale, decimos, pero somos incapaces de ejercerlo a la hora de ponerle precio a nuestras consultas.

Es momento que comencemos a revertir viejos mitos y tomemos la decisión de cambiarlos, somos profesionales, y estoy segura que la mayoría lleva el derecho como una vocación, tras la vieja definición de ULPIANO que tanto usamos ‘’dar a cada uno lo suyo…’’, es hora que nos encontremos incluidos en la misma. Quizás al comenzar a leer pensaron en encontrar argumentos constitucionales, doctrinas, fallos, pero confieso que de haberlo hecho solo hubiese sido para satisfacer mi ego, para que largos argumentos si el derecho nos habilita, únicamente es nuestra propia incapacidad de hacerlo valer. Sera justicia.
Dra. Patricia A. Perego